Sala de comunicaciones

Entrevista exclusiva de Leopoldo López para Prodavinci. – Parte 2-

Por septiembre 23, 2014 octubre 1st, 2020 Sin comentarios

Fuente: Prodavinci

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La parábola de Leopoldo López [Parte II]. Sobre el juicio, la oposición y el futuro

El Juicio

En el escrito de acusación, los cuatro fiscales del Ministerio Público afirman que usted “atentó contra el colectivo lesionando la convivencia social y generando la violencia, la destrucción y el caos para desestabilizar social y políticamente al país”. Incluso se le acusa de sembrar mensajes subliminales en quienes protestaban el 12 de febrero en las inmediaciones de la Fiscalía para que se mantuvieran en pie de guerra.¿Cuál es su opinión de la forma como se ha desarrollado el proceso?

Toda Venezuela sabe que el gobierno me sigue un juicio político porque he dicho claramente lo que todos los venezolanos pensamos: que este gobierno es un desastre. Es por eso que estoy preso. Esto queda claramente evidenciado en el escrito de acusación en mi contra donde se plantea que es un delito haber llamado al gobierno corrupto, ineficiente y antidemocrático. Sólo en una dictadura, la palabra, el discurso es un delito.

Se dice que el juicio es público pero Venezuela no puede verlo y los militares son los que controlan quien entra o no a la sala, en un proceso que debería ser netamente civil. En las audiencias quedan puestos vacíos en el recinto y no se permite el acceso a personas que quieren entrar. Además de tenerme injustamente preso desde hace 7 meses, aislado de otros reclusos y con prohibición de visitas, no permiten que los venezolanos vean lo que está pasando. Ha sido un proceso lleno de vicios.

Mi juicio no tiene ninguna base en la legalidad y la justicia.

La dictadura sabe de mi inocencia por eso no acepta ni uno solo de los 65 testigos que presentó mi defensa, ni una sola de las prueb, mientras el gobierno presenta más de 100 testigos, incluyendo “expertos” que son miembros del PSUV. Para justificar mi caso, han dejado en juicio a 4 estudiantes y uno de ellos se mantiene privado de libertad.

Pero esta persecución no es nueva, lleva más de 10 años. Sobre las razones que motivaron este proceso, creo que vale la pena recordar mis palabras durante la audiencia preliminar.

¿Por qué cree usted que el gobierno quiere sacarlo de la escena política?

No es nada nuevo. El fallecido presidente Chávez me inhabilitó hace 6 años, en el 2008, cuando iba a ser electo alcalde metropolitano de Caracas y ahora en el 2014, año en que se vence mi inhabilitación, Maduro ordenó encarcelarme. Son más de 10 años de persecución continúa que se han manifestado en decenas de casos que se han llevado a distintas instancias: tres intentos de homicidio nunca resueltos, dos inhabilitaciones políticas, que se mantuvieron vigentes a pesar haber ganado el caso en la CIDH, y ahora el encarcelamiento con un juicio absurdo, injusto; un juicio a mis discursos, a mis ideas.La razón de esta persecución continuada la resumo en una palabra: miedo. Miedo a nuestras ideas de cambio, miedo a una voz y a una propuesta distinta al modelo fracasado del mal llamado socialismo del siglo XXI.

¿Qué expectativa tiene usted de salir y en qué plazo?

No me he fijado plazos. Sé que voy a salir en libertad. Uno de los primeros libros que leí cuando me trasladaron a Ramo Verde fue sobre la experiencia del cardenal vietnamita Van Thuan, quien fue apresado por el régimen comunista alegando que era parte “de un complot entre el Vaticano y los imperialistas para organizar la lucha contra el régimen comunista”. Fue llamado al palacio presidencial, a donde asiste y es arrestado. Fue perseguido y encarcelado por 10 años. El cardenal advierte que la principal frustración del preso es pensar todos los días que saldrá en libertad lo antes posible, y al no ocurrir eso, sufre a diario una decepción. Ante esta realidad, relata cómo consiguió fuerza y estabilidad en su relación con Dios a través de dos cosas. Por un lado, ocupándose de vivir al máximo el día a día, y por el otro, formándose y preparándose aún más.

Sé que voy a salir en libertad y que cuando salga estaré más fuerte de alma, mente y cuerpo. Saldré fortalecido espiritualmente y sin rencor. El odio, el resentimiento es lo que ha llevado a nuestro país al estancamiento. Vamos a avanzar en nuestro sueño, que no es otro que alcanzar La Mejor Venezuela, la Venezuela de La Paz, del bienestar y del progreso.

*

Los efectos de La Salida

Volvamos al 2013 por un momento. Hoy se sabe que hubo reuniones y discusiones previas a la convocatoria de la protesta de calle. Varias figuras de la oposición le aconsejaron e incluso le pidieron que esperara unos meses, ya que todo indicaba que el deterioro socioeconómico acentuaría, como de hecho ocurrió, las dificultades del gobierno. Ése sería el momento de actuar. Sin embargo, de acuerdo a estas fuentes de oposición, usted persistió en llamar a una protesta popular. ¿Podría aclarar este punto, especificando qué tipo de conversaciones hubo antes de la convocatoria a las protestas? ¿Cuáles fueron las visiones que se contrastaron y por qué decidió llamar a #LaSalida contra la opinión de importantes factores opositores? Así mismo, quisiera indagar por qué cree usted que la combinación de calle y voto era o es la clave para oponerse al gobierno de Nicolás Maduro. Esto debería ayudarnos a entender, igualmente, una diferencia de fondo con Capriles Radonski, quien afirma que primero hay que acumular fuerzas: construir una mayoría indiscutible para derrotar al chavismo. ¿Cómo ve el tema de la mayoría? ¿Es la oposición mayoritaria hoy? Si lo es, ¿por qué la protesta que explotó el 12-F se concentró sobre todo en la clase media y los estudiantes y no se propagó al resto de la sociedad? ¿O no es un asunto de ser o no mayoría sino de otra índole?

La visión de asumir la calle bajo la estrategia de la protesta no-violenta y la organización de asambleas populares para activar la salida constitucional y democrática a la crisis, la expusimos en reiteradas ocasiones a la unidad. De hecho desde el 6 de enero del 2013 cuando se presento el hoy famoso “Informe Hospedales”, que en realidad nunca fue asumido por la mesa, presentamos nuestra convicción de asumir la protesta de manera más firme y comprometida. Y a lo largo del 2013 en las reuniones ordinarias del G7, así como en las encerronas, siempre presentamos nuestra visión. A partir de octubre de ese año, cuando ya habíamos llegado a la conclusión de asumir la confrontación directa contra la dictadura, activando una salida constitucional, en particular la convocatoria a una asamblea constituyente, le presentamos a las direcciones nacionales de los partidos de la unidad nuestra propuesta. También presentamos nuestra visión ante un equipo asesor de la mesa. De esa reunión, me sorprendió e inspiró la claridad de Pompeyo Márquez, quien a sus más de 90 años, insistía en asumir la lucha contra la dictadura de manera frontal.

Entre las conversaciones que sostuve con distintas personalidades, a finales del 2013, me reuní en dos ocasiones con Henrique Capriles para hablar de este tema y en particular de la necesidad de asumir la calle y la protesta no violenta para impulsar el cambio político. Henrique coincidió en que no podíamos llamar a esto una democracia. A él mismo le habían arrebatado la Presidencia el 14 de abril, entre otras cosas por el cerco institucional. Ese día se desconoció la voluntad popular. El propio Capriles lo reconoció en reiteradas oportunidades. Sin embargo, señaló sus diferencias con la protesta. Al no llegar a una visión común, me dijo: “Bueno si estás convencido de la protesta y la calle, ¡convócala tú!”

Recorrimos todos los caminos disponibles de consulta dentro de la unidad. Sin embargo, la posición dominante en el G7 fue que había que esperar, sin proponer una ruta clara de lucha política en contra de la cúpula dirigente de la dictadura. Y digo la cúpula dirigente del PSUV, porque la elite gobernante es corrupta e ineficiente, es la responsable de la crisis que hoy padecemos todos los venezolanos. No me refiero a las bases del chavismo. Eso hay que tenerlo muy claro. Teníamos y tenemos la convicción de que no hay manera de salir de la crisis si no sustituimos a quienes hoy secuestran el poder del Estado en Venezuela.

¿No considera que #LaSalida jugó posición adelantada al convocar la protesta?

Yo pregunto: ¿jugado adelantado a qué o a quiénes? En ese momento no había propuesta alternativa y habíamos dado todas las explicaciones dentro de los factores de oposición. La MUD, como lo repiten frecuentemente todos los partidos que la integran, es una alianza electoral que no puede ser camisa de fuerza para iniciativas de sus miembros. Así que no sólo no jugamos adelantado sino que cumplimos con el debate y la deliberación política.

Ciertamente había en ese momento, como creo que todavía hay, quienes piensan que esperar a que continúe el deterioro económico y social que desgaste al gobierno es el mejor camino para el cambio político. Sin embargo hay que verse en el espejo de Cuba, un país que lleva 50 años de deterioro económico, pero donde la dictadura comunista se ha consolidado. Es decir, no es cierto que el deterioro económico, por si solo, genere el cambio político.

Hoy se sabe que usted tuvo diferencias con la decisión adoptada por Henrique Capriles Randonski quien le pidió a sus electores que se quedaran en sus casas, tras conocerse el dudoso resultado que favoreció a Nicolás Maduro en las elecciones del 14 de abril de 2013. Estas diferencias se hicieron obvias tras la campaña de las municipales, cuando surgió un vacío en el liderazgo opositor causado tras el decepcionante resultado del 8 de diciembre. ¿Cuéntenos cuál era su punto de vista y qué causó esa diferencia?

El 14 de abril, los resultados fueron estrechos, muy estrechos. Todas las elecciones anteriores, a excepción del referéndum del 2007 que ganamos y en la cual tuvimos una participación importante junto a los estudiantes, habían sido a favor del régimen con amplios márgenes. Estas diferencias hacían difícil pensar que las tendencias gruesas eran distintas a los resultados. El abuso, manipulación, uso de fondos públicos y muchas irregularidades siempre han estado presentes, pero nunca habíamos podido cuantificarlas, de manera tal que se pudiese cambiar el resultado de la elección.

El 14 de Abril fue distinto. El 14 de Abril ganó Henrique Capriles, pero no se pudo o no se supo cobrar el triunfo. Yo venía de ser el coordinador nacional de la campaña presidencial del 7 de octubre cuando, luego de haber hipotecado el país para su última campaña electoral (consecuencias económicas que están sufriendo hoy los venezolanos), Chávez ganó la reelección. Como coordinador me tocó montar la maquinaria electoral en conjunto con todos los partidos y candidatos de la unidad. Fue un trabajo titánico de todos, y puedo dar fe de la entrega de todos los jefes de campaña municipal y regional. Por primera vez la oposición llegaba a unas elecciones con toda la maquinaria electoral, es decir con todos los testigos de mesa, testigos de centro, equipos de totalización y de recolección de actas.

No ocurrió así en las elecciones del 7 de octubre de 2013. Ese día, a las 8 de la noche, me tocó darle los resultados de nuestro conteo interno a Henrique Capriles. Allí estaban Armando Briquet, Julio Borges y Carlos Ocaríz. Les dije que no habíamos ganado y que la diferencia era cercana a 10 puntos porcentuales. A los 30 minutos llamó la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, a Briquet y le ratificó que los números oficiales eran muy similares a los de nuestro registro interno. A pesar de que se dieron irregularidades como usurpación de identidad, doble y triples votantes, violencia oficial en los centros y abuso por parte del Plan República, la suma de esos abusos, de esas incidencias, en votos, no era suficiente para afirmar que se pudo haber ganado la elección. Esa noche Capriles como un buen demócrata, reconoció la derrota. Realmente en esa oportunidad no había nada que hacer.

Pero el 14 de Abril la situación fue distinta. Seis meses después del 7 de octubre, la misma estructura electoral, revisada sólo puntualmente, estuvo presente en todos los centros de votación. Más de 120 mil hombres y mujeres enfrentando todo tipo de adversidades y ventajismos, estaban presentes en todos y cada uno de los centros de votación. Desde la tarde se percibía una energía distinta al 7 de octubre, había más ánimo en nuestra gente y desolación en el campo oficialista. A las 7 de la noche comienzan a llegar los primeros resultados y tal como ocurrió cuando ganamos en el 2007, centros donde nunca habíamos ganado o donde perdíamos abrumadoramente, comenzaron a dar resultados muy positivos. Desde la tarde Capriles nos decía, y tuvo razón, los resultados van a ser estrechos y vamos a ganar. A las 8 pm Jorge Rodríguez, jefe de campaña de Nicolás Maduro dio una rueda de prensa invitando a su militancia al Palacio de Miraflores. Las caras largas de los voceros oficialistas, los canales del Estado rompiendo todas las normas electorales, emitiendo llamados desesperados a que su militancia saliera a votar. Era un indicador claro de lo que estaba sucediendo. Ellos tenían la marca de la derrota y como habíamos previsto, en un escenario cerrado, buscarían arrebatarnos el triunfo.

Luego de la rueda de prensa de Jorge Rodríguez, estábamos reunidos Capriles, Julio Borges, Tomás Guanipa, Ramón Guillermo Aveledo, Ramón José Medina, Carlos Ocaríz, Adriana D’ Elia, Roberto Patiño, Miguel Pizarro, Carlos Altimari y yo. En ese momento le dije a Capriles: “hermano, con toda responsabilidad y mi más profunda convicción, te recomiendo que hagamos una rueda de prensa en los mismos términos de la que hizo el PSUV, convoquemos pueblo al comando para apoyarte y a recibir los resultados en la calle de forma pacífica. Era el momento de mostrar convicción de victoria con acciones y a la vez enviarle un mensaje al oficialismo de que sabíamos de nuestro triunfo. Los ánimos estaban tan optimistas y la calle tan dispuesta a ese llamado que estoy seguro que hubiesen asistido no menos de 100 mil personas a esa hora de la noche. El pueblo sabía que habíamos ganado y que había que dar una demostración de firmeza para hacer respetar los resultados. La decisión de Capriles, luego de haber escuchado a varias personas, fue de no convocar esa noche.

Cuando evaluamos los resultados y las irregularidades que se estaban presentando, como el abuso puntual en las mesas, casos de usurpación de identidad, manipulación de los cuadernos de votación, ventajismo mediático y violencia, estaba muy consciente de que en esta oportunidad, la trampa podía hacer la diferencia en votos y cambiar los resultados, como en efecto ocurrió.

A las 11 de la noche, en cadena nacional, el CNE anuncio los resultados oficiales y dio a Maduro ganador por una diferencia menor a 200.000 votos. Ese estrecho resultado y el terremoto político que significaba para el oficialismo quedó en evidencia en la patética concentración que se organizó en Miraflores, donde las caras más visibles del PSUV estuvieron ausentes y donde hubo grandes vacíos de calle. Sin embargo, Maduro anunció su victoria y dijo que estaría dispuesto a un reconteo de votos.

Esa noche en el comando, comencé a escuchar el argumento de que Capriles no podía ser una reedición de Andrés López Obrador en México, que había que tener cuidado. Yo manifesté mi desacuerdo con ese argumento.

Capriles, acompañado sóo por la dirigencia política, se pronunció cuestionando los resultados sin aceptarlos. A la mañana siguiente, le sugerí a Henrique que la auditoria que debíamos solicitar tenía que ser un triaje entre los cuadernos de votación, el comprobante del voto en las cajas y el resultado de las máquinas. La clave estaba en los cuadernos. Pero que esa auditoria no podía ser un hecho aislado y que tenía que venir acompañada de una potente manifestación de calle, de apoyo popular en todo el país.

Ese lunes, en rueda de prensa, Capriles llamó a concentrarse en los CNE regionales y convocó para el miércoles una manifestación que iría al CNE en Caracas para exigir una auditoria integral de cuadernos, papeleta y máquinas. Estaba totalmente de acuerdo con esa ruta planteada y al terminar la rueda de prensa, Capriles me pidió coordinar el equipo de auditoria, pero luego, sin darme explicación alguna, le dio esa responsabilidad al abogado Ramón José Medina.

El martes, el pueblo atendió el llamado de Capriles y salió a la calle, masivamente, en todo el país. Fue realmente impresionante la acumulación de fuerzas en la calle. Calle que prácticamente monopolizaba la oposición ya que del bando oficialista ni siquiera salieron a celebrar el domingo y menos el lunes. Ellos se sabían perdidos y con una victoria sospechosa y el pueblo sabía que habíamos ganado y quería que fuese respetada su victoria.

A la 1 pm del martes, en cadena nacional, Maduro le ordenó a los militares que impidieran el paso de la manifestación al centro de la ciudad. Lo hizo desde un escenario en solitario en donde su amenaza más que intimidar daba muestras de nerviosismo e inseguridad.

Yo escuché esa declaración y convencido de que íbamos a desafiarla, me fui al comando de campaña. En horas de la tarde, Capriles nos pidió a toda la dirigencia de la unidad que confiáramos en él y luego anunció que no consideraba prudente hacer la manifestación del miércoles. Expresé mi desacuerdo, pero mi voluntad era acatarlo a plenitud ya que era nuestro legítimo candidato, apoyado por toda la Unidad. Esa tarde, en rueda de prensa, Capriles le pidió al país que no saliera a la calle para evitar la violencia, que él asumía la responsabilidad y que había que recorrer la ruta de la impugnación. La marcha no se dio. La auditoria fue desestimada y Maduro se mantuvo como Presidente.

Imaginemos que hoy es 20 de enero de 2014 y todavía no se han desatado los acontecimientos, ¿qué habría hecho distinto?

Sin duda volvería a hacer la convocatoria a la protesta, pero tratando de masificar comunicacionalmente lo que la manipulación del régimen, por un lado, y las limitaciones de medios de comunicación que sufre Venezuela, por el otro, lograron limitar. Siempre propusimos una ruta que iba más allá de la protesta. Siempre propusimos la protesta como un tránsito necesario para activar cualquier mecanismo constitucional porque una dictadura no nos va a regalar nada. Siempre propusimos el método no violento de lucha.

¿Cómo evalúa la respuesta de la MUD ante la crisis y, en particular, frente al diálogo de paz propuesto, pero también boicoteado, por el gobierno?

El diálogo fue una táctica de Maduro para aplacar la protesta de calle. Los hechos muestran que nunca hubo, ni habrá intencion de quienes gobiernan de dialogar para cambiar el sistema. Nicolás Maduro no es Frederick de Klerk, quien ante la imposibilidad de mantener el sistema de apartheid liberó a Mandela y promovió unas elecciones que sabía perdidas. Maduro es un enano moral que prefiere hundir al país en la miseria antes de rectificar, antes de dialogar. Su modelo es Cuba, la miseria de un pueblo sometido y el poder de una élite gobernante corrupta, ineficiente y déspota. Hemos llegado al punto donde la cubanizacion de Venezuela dejó de ser una amenaza teórica. Ya llegó la represión, la asfixia de las libertades, las tarjetas de racionamiento, el aislamiento. Es ante este escenario real que la dirigencia política debe responder.

Considerando este contexto, lo que propusimos en enero tiene aún más vigencia que nunca: construir un camino popular, pacífico pero irreverente ante el abuso constitucional, para producir el cambio político. Hoy una inmensa mayoría del pueblo venezolano quiere cambio, no quiere paños calientes ni soluciones intermedias. Ganar unas alcaldías, unas gobernaciones o unos diputados sólo tiene sentido si representan pasos ciertos hacia la liberación de Venezuela.

Ante la crisis de la MUD, ¿qué cree usted que pasará con la unidad política que hasta ahora cohesionaba a la oposición?

Te repito: Lo que está sucediendo es natural y propio de un proceso de revisión y renovación en el que debió entrar la unidad, luego de los procesos electorales de abril y diciembre de año pasado, y que sin duda aceleró lo que ocurrió en el primer semestre del año. Es lógico que así sea. No significa para nada que la MUD esté en bancarrota. Me preguntabas sobre el “diálogo”. Cada organización y cada líder que asistieron al Palacio de Miraflores deben responder, porque no es cierto que toda la Unidad estuvo de acuerdo con esa convocatoria. Cada organización política es responsable ante sus seguidores, ante la unidad y ante la historia, de explicar el porqué de su participación o no en tal o cual iniciativa. Hay que preguntarle a quienes decidieron sentarse a negociar con quienes estaban reprimiendo a nuestros estudiantes y a nuestro pueblo, apaciguando así las protestas. ¿Aciertos? ¿Errores? Cada organización es responsable de los suyos. La unidad debe responder a las expectativas de la inmensa mayoría que quiere cambio y no a las expectativas de pequeñas cuotas de poder que no representan un cambio real.

Usted afirma que el gran objetivo de la salida es cambiar un sistema corrupto. Pero vistos los efectos que ha tenido en la composición previa del liderazgo opositor -representado por Capriles Radonski y la Mesa de la Unidad Democrática-, también puede decirse que la salida fue una estrategia para provocar el cambio interno de la oposición e impulsar un nuevo liderazgo, incluyendo el suyo, el de María Corina Machado y el de Antonio Ledezma. ¿Qué tiene que decir a esto?

Lo hemos dicho claramente la salida es un planteamiento político que consiste en cambiar no un mal gobierno, sino a un sistema completo. 7 meses después de ser planteada, la mayoría de los venezolanos manifesta que hay cambiar este sistema, y hoy el 60% de la población manifiesta que no estamos viviendo en una democracia. El proceso de cambio interno de la oposición comenzó, no desde que hicimos el planteamiento de La Salida, sino desde las elecciones del 14 de abril de 2013 y las elecciones municipales del mismo año.

En todo caso, debatir ese planteamiento es absolutamente secundario y pequeño frente a los grandes retos que tenemos como Unidad para enfrentar a este sistema y darle paso a un país que pueda generar paz, bienestar y progreso a su pueblo.

Hace 22 años, Hugo Chávez intentó también cambiar un sistema que él llamaba corrupto, ineficiente y antidemocrático. Perpetró un golpe (fallido) que siete años después lo llevó a la presidencia. Como usted ahora, pasó por la cárcel, lo que le confirió una especie de certificado de superioridad moral. Para ganar prometió reemplazar una democracia de arreglos y cúpulas y un modelo económico rentista e ineficiente por una revolución participativa e inclusiva que ha resultado en lo que tenemos hoy. Más allá de nuestra opinión sobre esos resultados, el “por ahora” inicial de Chávez conectó con la realidad venezolana y las necesidades de las mayorías. Su mensaje de algún modo tocó la médula de los problemas sociales de la época. ¿Se ha mirado en el espejo de Hugo Chávez? ¿Qué puede comentar sobre estos paralelos?

Hugo Chávez intentó dar un golpe de Estado que afortunadamente fracasó. En ese golpe fallecieron decenas de venezolanos por las armas de los golpistas. Yo estoy preso por mis palabras, por mi discurso, por el llamado a un cambio pacífico, popular y constitucional.

Sobre las condiciones carcelarias sí he podido comparar. A Hugo Chávez y a los golpistas los tuvieron presos en la recién inagurada cárcel de Yare. Recibían toda la visita que querían, todos los días, no se les violaron sus derechos, como debía ser, jamás entraron a sus celdas encapuchados armados y les robaron sus pertenencias y escritos. Hasta pudo grabar un programa con José Vicente Rangel. Ninguna de esas condiciones mínimas de respeto se aplica en el caso nuestro.

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El Futuro

¿Cómo ve Venezuela desde la pequeña ventana de su celda?

Desde mi celda veo a Venezuela desde su proceso histórico. Estoy leyendo y estudiando diversos autores para comprender más cómo fue que llegamos a esta situación. También lo hago desde nuestra geografía. Tengo un mapa de Venezuela que contemplo todos los días, así puedo recordar la cantidad de veces que recorrí el país, recordar nuestra gente y sobre todo, valorar el inmenso potencial que tenemos. También la veo desde mi imaginación. He encontrado en el dibujo una manera de recorrer nuestra geografía. Mi hermana Diana, quién es artista, me trajo carboncillo y un libro para aprender a dibujar. Lo asumí con entusiasmo, y hoy las paredes de mi celda están dibujadas con paisajes y animales de Venezuela, que me permiten salir de estas cuatro paredes y disfrutar de la forma en que recuerdo al país.

En la difícil coyuntura por la que atraviesa Venezuela ¿qué cree usted que hay que hacer? ¿Si estuviera libre qué haría?

Estoy convencido de que tarde o temprano vamos a tener que ir a un proceso constituyente. Toda la oposición denuncia la inviabilidad del sistema, el sector productivo, amenazado por la bancarrota, implora por un cambio de modelo, los ciudadanos padecen las consecuencias de un sistema quebrado en todo sentido. Siendo esta la realidad, lo lógico es que el liderazgo político ponga la mirada en un mecanismo que permita un cambio del sistema. El proceso constituyente es la fórmula más idónea para lograr el cambio político y social que necesita Venezuela. Es el mecanismo democrático para darle legitimidad a un modelo de país donde todos los sectores estén representados. Es por eso que a pesar de la negativa de algunos sectores opositores a la idea constituyente, desde la cárcel insisto e invito a que se evalúe esta ruta con serenidad y seriedad.

La Constitución permite que sea el pueblo el que convoque a una constituyente con el 15% de las firmas del REP, eso representa una inmensa oportunidad para hacer de la propuesta de cambio una plataforma política y social respaldada por millones de venezolanos. Es, además, una garantía de resolución pacífica de los graves conflictos que están planteados en el país. En todos los estudios de opinión que he leído más del 50% de los venezolanos estaría dispuesto a firmar y eso es mucho más del mínimo requerido por la Constitución.

¿Cómo ve su futuro personal, digamos en cinco años?

En el mediano y largo plazo espero que estemos encaminados hacia la consolidación de La Mejor Venezuela, luego de un proceso de cambio profundo que haya tomado en cuenta a todos los venezolanos.

¿Cuál es la Venezuela en que quisiera ver crecer a sus hijos?

La brecha entre la Venezuela que deseo para mis hijos y la Venezuela posible puede ser muy corta si nos lo proponemos. Me he dedicado a conocer el país y sus problemas, escuchado a mucha gente que, al igual que nosotros, está llena de optimismo. Venezolanos con pensamiento y orígenes diferentes, pero todos con algo en común: no perdemos el optimismo y no dejamos de soñar con un país mucho mejor que el actual, una Mejor Venezuela: de paz, bienestar y progreso, donde todos los derechos sean para todas las personas. Puede resultar ambicioso, pero se puede lograr. Los recursos petroleros están allí, acaparados en el subsuelo mientras en el país hay tanta pobreza, y está en nuestras manos y nuestras conciencias usarlos para el desarrollo. Con las mayores reservas probadas, debemos convertirnos en el mayor exportador de petróleo del mundo. Se ha hablado durante años de sembrar el petróleo. Es hora de cosecharlo. Y esto no es más que utilizarlo para apalancar la paz, el bienestar y el progreso. Apalancar el bienestar de millones de venezolanos, permitiéndonos superar la pobreza por primera vez en nuestra historia, y apalancar el progreso a través de la generación de millones de empleos productivos en una economía finalmente diversificada. Yo sueño con un país en donde alcancemos las aspiraciones que compartimos todos los venezolanos. Ni más, ni menos.

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